La grandeza del Imperio Persa llegó a extenderse por tres continentes, desde el Indostán hasta la costa occidental del Mar Negro, y desde el mar Caspio hasta Etiopía. Las capitales administrativas de los reyes aqueménidas fueron Susa, Ecbatana y Babilonia. Sin embargo, fué Persépolis la capital ceremonial, donde se celebraba el año nuevo persa. Hacia el año 512 a. de C. el rey Dario I el Grande emprendió la construcción del palacio mas colosal de la antigüedad: Persépolis. Majestuosa residencia del rey, Persépolis se convirtió en símbolo de poder y esplendor del Imperio Persa. En la actualidad es uno de los grandes tesoros de la arqueología.