Richelieu, quien desde hace tiempo sospecha que se trama una extraña intriga de la que no tiene conocimiento, ordena a Widimer que investigue el secuestro de Fleur. Widimer queda asombrado, pues no comprende por qué el cardenal desea ayudar a su antiguo enemigo. Richelieu le dice que deje de decir tonterías y que cumpla sus órdenes; los intereses de Francia están por encima de cualquier rivalidad personal. Por su parte, los Mosqueperros y Pip remueven cielo y tierra para encontrar el rastro de la desaparecida Fleur. Naturalmente, D'Artacán y Julieta quedan consternados.